La hoy sobre poblada ciudad de Lima, capital del Perú con más de diez millones de habitantes, (en su mayoría migrantes extranjeros y provincianos), al margen de sus legítimas bondades, sin duda, es una ciudad diseñada para la mega concentración totalitaria y fáctica en todo orden de cosas. Esa exagerada concentración hace que tenga una configuración poderosa y exclusiva para manejar los destinos de una nación de más de 34 millones de personas, de ellos 23 millones con residencia en provincias.
Son más de 500 años de vigencia de aquel modelo y sistema estructural limeñista del país, y sus resultados están a la vista de todos: " UN PERÚ SUBDESARROLLADO QUE SOBREVIVE DEL EXTRACTIVISMO PRIMARIO DE SUS RECURSOS NATURALES". Sin duda, es un fracaso de las élite con mentes brillantes de la capital peruana que han monopolizado la gestión pública y privada.
Lima siempre ha sido privilegiada por los gobiernos de turno, en cambio las provincias peruanas fueron relegadas, ninguneadas, discriminadas y tratados como sumisos serviles de un modelo centralista, marginadora e impropia a una visión sensata de geopolítica mucho más realista y apropiada a los anhelos de un desarrollo integral del país. Por aquellos vicios y falencias históricas acumuladas, el Perú es una nación fallida, dividida y polarizada con pugnas y conflictos permanentes.
Entonces, es razonable decir que la capital peruana TIENE UN DESEMPEÑO ANTI PROVINCIANO que ahora se ve con mayor claridad porque los pobladores de las provincias han decidido afirmar su identidad y lo están haciendo día a día con un conjunto de emprendimientos autónomos a pesar de la dureza de los maltratos y las vallas impuestas por el feroz centralismo limeño.
Me fortalece ver la reacción de las provincias peruanas, pues hoy son más audaces y valientes para luchar por los ideales de una nación peruana con diversidad y pluralidad de culturales y creencias, pero con unidad en la visión de lograr ser una NACIÓN DEL PRIMER MUNDO.
