martes, 14 de febrero de 2017

MI TRILOGÍA: Simplicidad, Autenticidad y Resiliencia

Como ser humano, me indigna vivir en un país corroído por la corrupción de las élites políticas que gobiernan mi amado país  desde la colonia, y por eso, me hubiera gustado ser un político ejemplar con una visión distinta a las herencias caudillistas. Es muy triste ver la historia gubernamental peruana, ya que los sucesivos malos gobiernos, en 195 años de vida republicana, sólo han considerado a la ciudad capital Lima como la única nación, marginando así a las demás regiones o sólo usándolos como reservas de recursos naturales para negociarlos a adinerados foráneos. 

Aquellos gobiernos han manejado la hacienda pública, a su antojo y para beneficio de su clase social, con leyes, repartijas, despojo y sobornos, y la prueba está a la vista. Pobreza extrema en las áreas andinas y amazonía, hospitales en abandono, embarazo de adolescentes, delincuencia, falta de vías de transporte,  educación de mala calidad,  sometimiento al capital foráneo y a las transnacionales.

Yo viví dentro ésta realidad, pero elegí un modo de vida opuesto al común, regido por un código personal y ése código que era mi coraza, sintetiza una trilogía de valores: simplicidad, autenticidad y resiliencia. Y ésa trilogía me ha impulsado a ser un ciudadano con  firmeza en sus decisiones, a tal punto de renunciar a intereses, costumbres, herencias y moldes, muchas de ellas impuestas por el sistema dominante.

Pasado el tiempo, y cotejando con la vida personal, familiar y profesional de otros peruanos, especialmente de las castas gobernantes, compruebo que mi decisión fue la mejor y gracias a tal determinación pude encontrar plena realización, inspiración, creatividad, laboriosidad y fortaleza para superar las leyes de las limitaciones y complejidades cotidianas. El perfil que hoy muestro es de limpieza y sanidad en mi mundo interior, además lucidez en la creación y reflexión intelectual.

Hoy, pasado ya más de seis décadas de vida, debo agradecer a la misma vida y a los dones que el Supremo Hacedor  del Universo nos concede para preservarlo tal cual , es decir como "perfecta creación", y un ser humano consciente y con algo de capacidad intelectual no puede ni debe actuar como un miserable o corrupto.

En el episodio final de mi existencia, me siento aún más motivado para dejar algunos signos de mis pensamientos y obras artísticas a las próximas generaciones, y sean ellos quiénes se preparen para ser ciudadanos con otra imagen, y nunca más como  estos políticos seguidores de modelos de explotación y sojuzgamiento, donde  el lenguaje de la mentira, la traición y el robo forman parte de sus valores.