Continuando con esta tarea voluntaria de compartir mis opiniones sobre la realidad coyuntural que vive mi país, en el día a día, una vez más remarco las desigualdades y diferencias que hay entre las percepciones y los saberes limeños en comparación a las visiones y anhelos del 70% de la población peruana que vive y actúa en las regiones, provincias, distritos y comunidades nativas.
Nadie que conoce la realidad peruana podría decir que Lima la ciudad capital, ahora tan gigantesca y sobre poblada es el núcleo del poder político, económico, mediático y cultural porque en ella se concentra todo lo imaginable y visible de una convivencia donde se funden riquezas con miserias, saberes con ignorancia, bondad con brutalidad, paz y guerra entre otras muchas polaridades humanas y civiles.
Los habitantes de la monstruosa Lima, en particular los opinantes, expertos, empresarios y comunicadores al tener formación y visiones centralistas, monopólicas y fácticas ejercen presión, dominación e influencias opresoras sobre las mayorías, lo cual ya es una pésima relación que frena cualquier aspiración autónoma, y esa postura vertical y fáctica, usa un método concentrador erróneo que viene desde la colonia, lo que no permite que las regiones, provincias, distritos y comunidades nativas ejerzan su propio desarrollo.
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