Dentro mi trabajo profesional, multidisciplinario, especialmente durante el desempeño como Voluntario Artístico, que se ha extendido por más de 20 años, pude manejar un lenguaje apropiado con significados que tenían primacía en mis pensamientos y actos, a tal punto que muchos de ellos se convirtieron en preceptos invariables.
Muchos de ellos están escritos en mi Código Personal, como dogmas, por tanto un mandato imperativo de fiel cumplimiento. Esta distinción es notoria, si comparamos con la rutina conocida de artistas y colegas, que no se atreven a cambiar ni extender sus posturas hacia horizontes o perspectivas más amplias. Casi todos se quedan encapsulados en un lenguaje clásicos de lienzos, formatos, pinceles, pigmentos, gamas, gubias, superficies, etc.
Pienso que no es conveniente auto limitarse a una semiótica técnica, más bien hay incorporar en el lenguaje artístico cotidiano, otras palabras y frases que tengan contenidos de mayor cobertura. En lo posible debemos ser profesionales de las artes de altura, y ello implica mayores conocimientos y más profundidad en los criterios.
En esta portada, conozcan algunas de las palabras que uso con frecuencia.
