Por más de 50 días, en el Perú se ha vivido una aguda crisis de gobernabilidad, nunca antes ocurrida, y que hasta la fecha ha registrado más de 70 muertes de civiles, lo cual ya se puede tipificar como una masacre o un genocidio, de hecho injustificable e imperdonable en cualquier régimen democrático del mundo.
A pesar de la magnitud dolorosa de los trágicos crímenes, en el país oficial, se ha tratado por todos los medios de minimizar, ocultar y hasta despreciar o vociferar justificaciones impropias de la tragedia con epítetos y titulares indignos especialmente en los medios pagados por el gobierno, y en todos ellos hubo un común denominador: UN DESPRECIO A LAS VIDAS HUMANAS PERDIDAS.
Estos hechos me llevan a pensar y a concluir que en la ´agonizante democracia peruana se está caminando por el peligrosos sendero de la inhumanidad, del odio y el desprecio a la vida humana que ya no vale nada, y eso es una típica expresión de MISANTROPÍA, es decir una actitud degenerativa mental, cognitiva y anímica en las personas que dirigen una nación de 33 millones de habitantes. Si en las esferas del poder y de quienes toman decisiones políticas, hay esta enfermedad, claro que nos expone al peligro, a la zozobra permanente. es decir a una inestabilidad generalizada..
Espero, que los gobernantes y los altos funcionarios de mi país, se curen y sanen rápidamente para que no vuelvan aquellos escenarios tan violentos como los ocurridos, Necesitamos comprender y actuar con tino y sabiduría solo así podremos tener una convivencia pacifica y armoniosa entre connacionales. En cualquier circunstancia, por más adversa que sea, tiene que primar la tolerancia, el diálogo, la prudencia y sobre todo el respeto a las vidas en general. Las cosas y las materias deben pasar a un segundo plano, PRIMERO ES PRESERVAR LA VIDA Y EVITAR SUFRIMIENTOS.
