Cuán fácil es tomar decisiones que comprometen y afectarán a las futuras generaciones, especialmente recurriendo al endeudamiento externo que es una carga muy pesada, mejor dicho un freno perverso para cualquier país emergente como el Perú, una nación en cuyo territorio existe todo lo necesario para ser una potencia mundial. Desafortunadamente, y en toda la era republicana, los gobiernos de turno sólo fueron sumisos entreguistas de la riqueza nacional a los poderes de la economías capitalistas extranjeras.
Lo que ha ocurrido la semana pasada, cuando el Presidente de Emergencia Francisco Sagasti y su gabinete suscribieron la emisión de bonos de endeudamiento externo por 4,000 millones de dólares US, y 1,000 millones con vencimiento en el año 2121, es sólo una muestra de humillación, dependencia y saqueo por falta de auto-gestión interna, como por ejemplo la recuperación de las deudas tributarias de parte de las empresas operadas por inversionistas extranjeros.
Y lo peor, los gobernantes de las tres últimas décadas, han sido individuos fácilmente corruptibles, y por eso han caído en el delito por robo y usufructo del erario nacional con el contubernio y el aval formal de los otros poderes del Estado. Esta desgracia gubernamental en la que ha caído el Perú, es una dura barrera que genera mayor frustración y conflictos.
Si las generaciones pasadas hundieron y fragmentaron el país, toca a las nuevas generaciones restaurar y construir una nación auténtica donde reine los valores de las igualdad, el equilibrio, la armonía y la prosperidad para todos. Los niños y jóvenes de hoy tienen la obligación de elevar su educación y su mística para ser los líderes de un horizonte mejorado y sano en todos los campos. RCHV.
