viernes, 11 de diciembre de 2020

ELLOS DEFRAUDARON A LA BUENA FE

 Creo que ningún país de Latino América como el Perú tuvo tanta mala suerte al elegir a las personas equivocadas para que sean sus gobernantes, pues en las últimas tres décadas (1985-2016), los elegidos han tenido una conducta delictiva y perversa comparable a delincuentes de alto vuelo, y ésa errada actuación pública ha sido un ejemplo negro y sucio que se ha diseminado en casi todas las personas e instituciones, y ahora la corrupción, la traición y la deshonestidad son hechos casi comunes en los sectores privados y públicos donde las coimas y los sobornos mandan cualquier decisión pequeña, mediana o grande.

Alfonso Quiroz en su libro Historia de la Corrupción en el Perú, nos relata y muestra que la podredumbre y los vicios de afrenta a la nación así como el hurto del erario nacional, se han ido heredando año tras año desde la colonización española y se ha agudizado en la era republicana, y los principales beneficiarios fueron las castas y la élites económicas, políticas y sociales de la capital peruana Lima.

Si esto es así, no veo alguna salida próxima que corrija la triste realidad, pues el círculo vicioso de la corrupción, el engaño y la traición están latentes en lo genes y el cerebro de quienes ejercen o toman decisiones y también de quienes postulan a cargos de representación social, en los ejecutivos de corporaciones y en las entidades vinculadas a los poderes gubernamentales. 

La marcha y movilización reciente de los jóvenes peruanos, parece darnos un mensaje sugerente de aliento por cambiar las cosas y las leyes que afectan el desarrollo integral del país, un pueblo que tiene derecho a ser una gran nación porque como ninguna otra posee ingentes recursos naturales y humanos, además de una herencia autóctona con valores culturales, humanos y civiles ancestrales como lo fue la  gran y única civilización Inca donde se practicaba la Ley, NO seas ladrón, NO seas ocioso, NO seas mentiroso. 

Anhelo que el futuro sea mejor y para ello hay que recuperar lo bueno, la autonomía y lo positivo de las cosas y desechar aquellos fenómenos negativos como la dependencia, la sumisión, y el sometimiento a los poderes fácticos o de potencias extranjeras. RCHV.