Durante 90 días, hemos visto un conjunto de movilizaciones ciudadanas, principalmente en la región sur del Perú, como reacción al cambio abrupto en la plantilla de gobierno, donde es vacado rápidamente el presidente Castillo elegido en las urnas, y reemplazado por la vicepresidenta, la Sra. Dina Boluarte, quien dio un giro de 90° a sus propias convicciones políticas para asociarse con las fuerzas opositoras lideradas por el fujimorismo, grupo político dominante en el Congreso.
Tal conducta de la nueva mandataria fue considerada una traición y deshonor para las mujeres peruanas. Sin embargo, lo peor vino de inmediato, cuando la nueva gobernante puso en marcha un PLAN REPRESOR CON LAS FUERZAS ARMADAS para enfrentar cualquier reacción de la población, tal decisión lamentable ya ha causado más de 70 muertes durante el período crítico.
Como reacción a la torpeza gubernamental, fueron las mujeres andinas las primeras en expresar públicamente su descontento por los abusos de poder y de la ley, a tal punto que sin temor a las represalias viajaron por más de mil kilómetros para llegar a la capital peruana, donde en marchas multitudinarias expresaron SU VOZ DE INDIGNACIÓN Y RECLAMO DE JUSTICIA POR LOS PENOSOS HECHOS.
El gobierno enfurecido, movilizó a todo el poderío policial y militar, incluido la prensa monopólica, para enfrentar con balas, perdigones y bombas disuasivas a su propio pueblo. Pero, sin miedo a los riesgos, las valientes mujeres andinas, principalmente de la región altiplánica (puneñas), en su mayoría humildes, cumplieron su objetivo pues nos dieron una lección de CIVISMO, CORAJE Y DIGNIDAD, que desde luego y en lo personal, lo he asimilado-
Sólo me queda decir: GRACIAS MUJERES SENCILLAS DE MI PAÍS.
