Como peruano que sigue con atención la evolución política y socio económica de mi país Perú, siento impotencia y vergüenza por conocer decisiones equivocadas de los entes gubernamentales, que en vez de salvaguardar los valores democráticos con respuestas y soluciones para los problemas nacionales, adoptan medidas y resoluciones fácticas propias de gobiernos usurpadores de las democracia y el buen gobierno.
Los hechos están a la vista y también sus consecuencias, pues so pretexto una pandemia que afecta la salud pública, el gobierno nacional recurre a una peligrosa estrategia de imposición y manipulación, lo cual vulnera la razón, la justicia y el pensamiento de los gobernados, y lo peor pone en marcha programas y proyectos que sólo ponen en primera línea un grosero confinamiento con publicidad de muertes y ayudas económicas millonarias a grandes empresas privadas.
Nada de prevención sanitaria, nada de medicamentos, nada de educación, nada de cura emocional de niños y adolescentes, nada de deportes saludables, nada de asistencia alimentaria, nada de medicinas alternativas, y lo peor cualquier propuesta o sugerencia de la población es acallada y hasta satanizada, CUANDO TODO ELLO ES ÚTIL Y NECESARIO EN UNA EMERGENCIA SANITARIA.
Además, hay un derroche del erario estatal, que seguramente tendrá consecuencias funestas en los meses venideros. Todo esto porque tenemos un gobierno que ha equivocado su rol y lo ha transformado en una dictadura soterrada y sobre el cual dará cuenta más tarde ante los peruanos y peruanas que anhelan tener gobernantes ejemplares, dignos, honestos y justos.
