Apreciados amigos y amigas:
Soy parte de la población indignada por los recientes hechos de la política interna de mi país, los mismos que sólo reflejan el alto nivel de corrupción, podredumbre y deshonestidad en la cual se mueven los políticos de la actualidad. Aunque la pandemia de la corrupción es un mal histórico que viene de muchos años atrás, creo que en los últimos años va llegando a niveles increíbles.
Tenemos a cuatro ex-presidentes de la república acusados de robo del erario nacional, soborno por obras públicas y entreguismo de los recursos mineros y forestales a grupos extranjeros, y todo ello facilitado por las leyes que ellos mismos aprueban sin consultar a la población.
La Contraloría de la Nación ha informado que más de 23 mil millones de soles, hasta la fecha, son los costos de la ilícita actuación de gobernantes, altos funcionarios y empresarios privados, que día a día se apropian del botín gubernamental.
Otro ejemplo que grafica bien la crisis moral y ética de los políticos y empresarios peruanos, es que 85 parlamentarios del actual Congreso tienen procesos judiciales por delitos y que gracias a la inmunidad no son detenidos ni juzgados.
Como peruano que ha dedicado más de 30 años al servicio ad-honorem autónomo en el campo de las artes, me duele e irrita que mis conciudadanos, con mala y codiciosa formación personal, sean quienes asumen cargos de representación o de ejecución de la obra publica. ES PARA NO CREER.
