Aunque muchos tratan de ignorar la traición es conducta denigrante y delictiva, y el fantasma de los traidores en la política peruana cotidiana esta viva y es recurrente en las altas esferas del poder. Si realizamos un rápido sondeo sobre el perfil de las personas que hoy ocupan cargos importantes en la administración del país, principalmente en la capital Lima, veremos con sorpresa que el 80% de ellos tienen doble rasero, porque decían defender los valores de la lealtad, pero ahora rompen todo razonamiento pues dicen y hacen lo contrario.
Podríamos decir que tales conductas los pone fuera de la ética y la moral, pues han elegido ubicarse en el lado asqueroso y ruin que es la traición, por tanto se convierten en seres repugnantes y delictivos, que por supuesto, hacen daño irremediable a la incipiente democracia y a la imagen de una nación maravillosa que no merece tener una casta de felones y falsos.
Todo traidor, es persona desleal, hipócrita, mediocre, vil que hace del complot artero su modo de vida y así acomodarse y obtener beneficios y privilegios para satisfacer intereses personales y familiares. Los traidores son también despiadados y rufianes que siempre estarán al acecho de una víctima, para asestar una puñalada por la espalda.
En la historia peruana, principalmente en la era republicana, han habido presidentes, parlamentarios, empresarios, jueces, ministros, generales, diplomáticos y hasta asesores gubernamentales que por dinero, sobornos y prebendas se sometieron a las fuerzas y a los poderes de los enemigos del país.
OJALÁ, QUE EN ADELANTE DESAPAREZCAN LOS TRAIDORES, Y RENAZCA LA HONESTIDAD Y LA LEALTAD, PUES EL PAÍS NECESITA DE CIUDADANOS Y AUTORIDADES LEALES A LA PATRIA Y A SUS HORIZONTES DE DESARROLLO, AL CUAL TIENE DERECHO LEGÍTIMO.