Desde tiempos pre hispánicos, los nativos peruanos supieron de la abundancia de minerales que poseía su territorio, y fue el oro una de los metales de mayor extracción artesanal y su transformarlos en ornamentos para autoridades de alto rango en su organización. Y cuando llegaron los conquistadores españoles quedaron sorprendidos de la existencia de tal riqueza, para luego por órdenes de los reyes comenzar un saqueo sistemático de las valiosas joyas nativas.
La abundancia aurífera estaba extendida en todo el territorio, lo que despertó la codicia foránea, hecho penoso que hasta hoy en día subsiste. Y esta bendecida nación que además de oro, plata, cobre posee yacimientos de gas y litio, sigue siendo una nación empobrecida con un 30% de mujeres y hombres que viven en pobreza.
Los sucesivos gobiernos y las políticas implementadas han perpetuado la expoliación de los recursos naturales, es decir la explotación y venta en bruto sin ningún valor agregado, y la renta mínima obtenida por tal negociación, es la principal sostenedora de la economía actual centralizada en Lima, que a su vez es usada y manejada en base a decisiones discriminatorias y con altos niveles de corrupción.
Esta falta de visión por la industrialización de los recursos naturales, pone en peligro el futuro del país, ya que habrá un momento en que los recursos naturales se agotarán, y quedará un territorio destruido, vacío, con incertidumbre y crisis, además con una población superior al presente que demandará empleo, alimentación y seguridad social.
Entonces, podemos concluir diciendo que la abundancia se convierte en una maldición real, es decir en una fatalidad que puede auto destruirnos y alcanzar a todos.
ESPERO QUE SURJA UN NUEVO PENSAMIENTO POR EL DESARROLLO INDUSTRIAL SOSTENIBLE QUE COADYUVE A VENCER LA POBREZA.