En el Perú, no hay duda que viene un tiempo de sorpresas no previsibles en la próxima campaña electoral presidencia y congresal que será en abril del año 2026, tal como se anuncia en los medios oficiales, y esa campaña tendrá la presencia insólita de muchos pequeños grupos de politiqueros viejos y nuevos, mejor dicho dueños y amigos de tales agrupaciones, que ahora son avaladas por las modificaciones jurídicas recientes.
Esta realidad primaria, es sólo la demostración de la precariedad y degradación de la incipiente democracia peruana que ha sido carcomida por la codicia personal y los intereses económicos de viejas castas limeñas y algunos aspirantes provincianos que fácilmente imitan los vicios y traumas del centralismo capitalino.
La ciudadanía que emite sus votos en las urnas, una vez más será conducida por trucos manipuladores con falsas promesas en plazas y calles, esta vez de más de cincuenta mini partidos que sólo emergen en campañas, pues NO tienen vida partidaria estable. Además, muchos de ellos son adictos a la traición porque siempre cambian de ideales y programas que ofrecen en sus escritos o proclamas.
Estos aspirantes, no miden el daño que le causarán a la frágil democracia peruana, tampoco sopesan los riesgos que podrían ocurrir en adelante. ESPERO QUE MUCHOS DE ELLOS REFLEXIONEN Y SEPAN RENUNCIAR A SUS APETITOS INDIVIDUALES que nada tiene que ver con el BIEN COMÚN NI EL DESARROLLO DEL PAÍS.