Quienes vivimos en provincias alejados del bullicio y los vicios de la ciudad capital Lima, tenemos un pensamiento y una mirada distinta del país, quizás más realista y abierta, que la frivolidad y las complejidades cerradas de la mega urbe.Por ejemplo, las recientes protestas y movilizaciones colectivas de las provincias se originan como consecuencia de 17 meses de hostigamiento, desprecio, racismo y un montaje de acciones anti democráticas para desconocer el mandato ciudadano y legal de 5 años de ejercicio del presidente Pedro Castillo, claro representante de las provincias empobrocidas por el centralismo limeño.
Es verdad que el novicio e ingenuo presidente, no contaba con equipo técnico, vinculaciones ni influencias en Lima. Era un advenedizo intruso para las viejas élites oligárquicas. Tal realidad fue aprovechada por sus opositores quienes armaron una alianza de fuerzas políticas conservadoras,, empresariales, culturales, religiosas, judiciales, militares y de medios concentrados. Resultado: un gobernante democráticamente elegido en las urnas ahora apresado sin juicio.
Era previsible que las provincias peruanas, donde viven más de 20 millones de personas, estuvieran enojadas al conocer los hechos, por todo aquel montaje y espectáculo que a diario observaban atónitos y en silencio, gracias a las transmisiones de los medios alternativos y las redes sociales, pues la prensa concentrada se dedicaba a fabricar farsas.
Hoy el enojo provinciano ha crecido porque el nuevo gobierno presidido por la Sra. Boluarte, y sus aliados autores de la caída de Castillo, .ya han ocasionado la muerte de 25 personas en su mayoría jóvenes y algunos niños en apenas 10 días de gestión.
Como provinciano y como muchos otros, alzamos nuestras VOCES DE INDIGNACIÓN Y REPUDIO, El estado no puede usar las leyes ni las fuerzas militares para reprimir y asesinar a su población especialmente humildes que no toman decisiones. A todas luces hay delitos políticos, militares, policiales que ojala sean sancionados par que no se repitan.