El monopolio del manejo de las políticas gubernamentales desde los escritorios de la gigantesca burocracia limeña que gasta el 85% del presupuesto de la república, (hechos como el Covid y ahora los desastres por lluvias y huaicos), han demostrado una vez más que en el Perú hay un modelo fallido de administración del Estado.
Los gobiernos y sus decisiones van en contra de la realidad geográfica principalmente de las provincias a las cuales dejan al abandono, No hay una planificación territorial de desarrollo sostenible con los propios actores, en los mismos lugares, por tanto tampoco hay aprovechamiento de las propias capacidades y habilidades. de los nativos. Mas bien se imponen desde Lima políticas inaplicables que sólo aceleran la migración del campo a la ciudad como Lima u otras ciudades de la costa donde se genera un hacinamiento en las periferias urbanas, y es allí donde precisamente ocurren las mayores desgracias.
El territorio extenso y agreste así como los fenómenos atmosféricos debieran ser valorados con sabiduría para diseñar y ejecutar estrategias de prevención que atenúen los efectos catastróficos que además son cíclicos en el país. Una acción gubernamental preventiva debería incluir la fundación y organización de nuevas ciudades en territorios viables y seguros, y así evitar la invasión irregular de causes, quebradas y lomas frágiles tal como hoy ocurre.
Ojala que alguna vez, haya gobiernos que tengan una visión más sensata y realista del país y que incluyan a sus 24 provincias donde viven más de 23 millones de personas. El Perú no es sólo Lima, es una territorio inmenso, rico y complejo.